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EXPERIENCIAS EN JAPÓN

Informe de Benjamín Vargas
Participante del Programa "Global Youth Exchange 2006"
Organizado por el Ministerio de Relaciones Exteriores del Japón
26 Nov. 2006 ~ 10 Dic. 2006



Bajo el auspicio del Ministerio de Relaciones Exteriores de Japón, se realizó en aquél país la última semana de noviembre y la primera de diciembre de 2006 un programa de intercambio cultural de liderazgo joven a nivel mundial. Con varias ediciones realizadas, e igual cantidad de temas de discusión y análisis en el marco de los asuntos globales de mayor actualidad, he tenido el honor de ser el primer costarricense en participar, en representación y agradecimiento de la nación tica para con el gobierno y el pueblo japonés.

Jóvenes líderes de 30 países fuimos gentilmente recibidos en Japón, y se nos brindo un espacio de comunicación propicio para concluir para nuestra generación, nuestros países y la comunidad internacional nuestras concepciones y recomendaciones de acción sobre el tema de este año del Programa: “Desarrollo Económico y Medio Ambiente”.

En tres ciudades japonesas: Tokio, Kyoto y Nagoya, nuestro itinerario combinaba, de forma perfectamente balanceada el conocimiento de la antigua cultura japonesa, sus costumbres y valores más fundamentales en la actualidad; el intercambio cultural permanente, a través de la convivencia, con jóvenes de procedencias diversas; el conocimiento de la concepción japonesa del balance entre el desarrollo económico y el medio ambiente, sus desarrollos tecnológicos y políticos en la implementación de esta noción; así como nuestras experiencias y puntos de vista particulares sobre estos asuntos.

Visitamos diferentes corporaciones privadas, o de iniciativa conjunta con el Gobierno que desarrollan iniciativas tecnológicas con una particular intención adjunta a la comercial: el aprovechamiento saludable del hombre del medio ambiento. Desde plantas de producción de energía eléctrica en masa, con la combinación de procedimientos de uso amigable de recursos renovables, tales como la energía solar y el calentamiento controlado de gases naturales; hasta el desarrollo y promoción por parte de las grandes corporaciones automovilísticas de vehículos híbridos con el fin de reducir el consumo y la dependencia de combustibles fósiles.

El Centrair, es un aeropuerto cien por ciento ecológico situado en la ciudad de Nagoya, donde pudimos constatar cómo una iniciativa privada, puede, hallar, en el hecho contribuir al mejoramiento del ambiente natural, una ventaja comparativa, inclusive en términos completamente comerciales.

Desde el punto de vista de las instituciones públicas, como una política transversal, la nueva concepción ecologista dominante en Japón, más allá de la conservación obliga también al desarrollo de soluciones no sólo para reducir el impacto ambiental, sino para convertir al ser humano en un agente de mejoramiento del medio. Así vimos los esfuerzos de la prefectura de Aichi, por purificar el ciclo natural del agua, y en general la cultura japonesa de reducción, re –usar y reciclar.

El propósito final de este programa era que al final de las dos semanas de trabajo en grupos de discusión y compartiendo experiencias, elaboráramos de manera conjunta una Propuesta Final, sobre la concepción de este grupo de jóvenes sobre los temas principales del programa, y que igual plasmara nuestro compromiso y nuestras recomendaciones para la comunidad internacional.

Sin ninguna duda, el trabajo en grupos de discusión y en sesión plenario para lograr al final una propuesta que englobara nuestras ideas después de dos semanas de discusión, estudio y convivencia fue la mayor riqueza intelectual del programa.Y más allá de nuestras recomendaciones e ideas particulares, lo más provechoso, fue aprender en la diversidad.

La presentación final de nuestro trabajo se realizó en el Keio Plaza Hotel en la ciudad de Tokio, y tuve el inmenso privilegio (el que agradezco infinitamente) de ser seleccionado como uno de los seis panelistas de entre los 37 participantes. Con la concurrencia de parte del cuerpo diplomático acreditado en Japón, profesores, estudiantes universitarios, y público en general, los panelistas presentamos las conclusiones del programa, y recibimos interesantes preguntas, generando riquísimas discusiones. Siendo panelista tuve la oportunidad de compartir cómo una nación en desarrollo como Costa Rica, pudo tomar ventaja de su tradición de respeto por la naturaleza, para posicionarse de un tema global de la mayor importancia, y, de manera estratégica en el concierto de las naciones volverse una voz y ganar beligerancia y reconocimiento. Igualmente expusimos la gran oportunidad que desde la óptica de las naciones en desarrollo se abre para la protección del medio ambiente, considerando la gran cantidad de países que han pasado de procesos productivos agrícolas a procesos de comercialización de servicios con desempeños amigables con el ambiente.

Entre todos los conocimientos que traigo conmigo, de todas las nuevas visiones y experiencias, de tanta información, yo resalto el afecto.

La cultura japonesa se me presentó impresionante a la vista y a la reflexión, desde los olores de su cultura milenaria, en tantos templos que visité y que con solo atender a su recuerdo brindan paz y equilibrio; las ceremonias del té; las bodas japonesas en frente al castillo en Nagoya, el arte de la femineidad en un kimono elegante, la meditación y la tradicional calografía como ritual; hasta la modernidad de la que es probablemente la ciudad más impactante del mundo, la tecnología en todo dispositivo, el orden como esquema de vida, los edificios, las luces, la impresionante riqueza material y logística. La riqueza de una juventud que se expresa en libertad por las calles con formas y colores extremos. La melódica del pop japonés, los juegos de máquina, arte moderno esencial en cada café, en cada esquina.

El programa de intercambio incluyó la estadía de un fin de semana en casa de una familia japonesa. En casa del señor Shigefumi Fukaya y su esposa encontré el calor de una familia sencilla, afecto de familia para mí en un día, abrazos de despedida, comida caliente, atenciones, enseñanzas budistas, el afecto común a los seres humanos, el calor que sobrepasa continentes.

Me traigo de Japón tanta información y más afecto. El respeto crecido por su magnífica historia, sus valores y aspiraciones. Traigo un afecto profundo por mis compañeros de programa, por los organizadores, por la familia Fukaya. Gané la enseñanza de la diversidad como vivencia, encontré que en la cultura milenaria, tanto como en la nueva, que en la impactante ciudad de Tokio como en San Isidro de El General, lo que es común al hombre, sus sentimientos, su necesidad del otro, se levanta como principio orientador para mi generación.

Me traigo como mejor enseñanza la destreza de seguir con la vista cada hoja amarilla al caer, y descubrir en ella que la naturaleza es una con nosotros, y que entre nosotros somos uno, irremediablemente.



frente al jardín japonés  en foro